Hoy os escribo desde Siguenza, y más concretamente desde su Parador Nacional, alojado en un imponente castillo de época medieval, construido en el s.XII y reconstruido, casi en su totalidad, en el año 1970 por el arqiutecto J.L Picardo, basándose en antiguos planos y los restos que aún permanecían en pie, para poder, así, conseguir una restauración lo más fiel posible al edificio original.
En cuanto vamos llegando a la ciudad de Sigüenza, nos resulta imposible alzar la vista y no admirar su gran castillo de la época medieval, convertido hoy en Parador Nacional de Turismo, predominando en lo alto de la ciudad. Tal y como nos acercamos y adentramos en él, descubrimos un bonito patio empedrado decorado con un pequeño jardín y un pozo realizado en piedra tallada, original de la época.
En cuanto a la decoración del Parador NAcional de Sigüenza, vemos claramente un estilo muy castellano, con la sobriedad que lo caracteriza, pero siempre guardando los hilos que lo mantienen unido a un pasado medieval, consiguiendo sumergir a los huéspedes en la historia y leyendas que aguardan entre sus muros.
Toda la pavimentación interior del castillo está formada por losas de barro cocido con loseta de gran formato, dada la amplitud de las estancias y, a modo de rodapie. podemos ver unos azulejos decorados con formas geométricas en tonos blanco y verdes, salvaguardando siempre el ambiente sobrio y austero del edificio.
En las habitaciones, a las que se accede a través de una puerta de madera de tonos oscuros, el mobiliario sigue la misma línea que el resto del parador: mobiliario oscuro, de estilo antiguo y con pocas ornamentaciones, y entre las que hay, predominan los motivos religiosos; cabe resaltar en este aspecto, que el castillo de Sigüenza fue utilizado como residencia de obispos hasta mediados del S.XIX.
Bajamos de las habitaciones, situadas en las plantas altas del Parador Nacional, hasta la 1ª planta, donde se encuentran el salón del trono, la cafetería y el restaurante, dos espacios que gracias a sus características arquitectónicas, en las que destacan sus arcadas y pilares, así como su cuidada decoración, consiguen trasladarnos a épocas pasadas